Me resulta bastante inusual la manera en cómo Gabriel García Márquez narra el contexto en el que escribió una de sus obras más prodigiosas “Cien Años de Soledad”. Como ya se sabe, nadie alcanza el éxito de la noche a la mañana sino que es todo un proceso, pues a base de mucho esfuerzo uno logra alcanzar las metas que se propone; y este ilustre escritor no está ajeno a esta realidad.
El camino que siguió para consagrarse como uno de los mejores escritores de la historia literaria trajo consigo dificultades; es decir altibajos, tal como él mismo lo narra. Los recursos económicos que por entonces poseía no resultaban ser lo suficiente para enviar a dicha editorial sus trabajos e incluso los mandaba en dos partes porque el dinero no le alcanzaba. A pesar de ello mantuvo siempre amistades incondicionales quienes le brindaban su a poyo, tanto a él como a su esposa, con la única condición de que les adelantara la historia de su próxima novela.
Por tanto, no cabe duda que Gabriel García Márquez valiéndose únicamente de una máquina de escribir y pirámides de resmas de papel, tal como lo menciona, sólo necesito de ingenio y talento para llegar a inmortalizar su más preciada obra “Cien Años de Soledad”.
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